jueves, 6 de octubre de 2011

EL PRECIO DE LA FELICIDAD


Me siento en la mesa, y empiezo a escribir. Miro arriba, tengo un techo. Miro abajo, tengo un suelo. Y todo mi alrededor está repleto de cosas materiales e innecesarias. ¿Y somos felices? Deberíamos...
Nuestras necesidades básicas están cubiertas. Nos volvemos indiferentes, insensibles. Tenemos comida, un hogar, nuestra televisión, nuestro teléfono movil, nuestro ordenador, agua, luz, nuestros caprichos...Y reitero ¿somos felices? No. Deseamos tener más. Simplemente dejamos de valorar todas esas cosas porque siempre han estado ahí.

Hay gente en este mundo tan pobre que jamás rozará tan siquiera nuestra situación. Ni la olerá... Hay niños que jamás podrán disfrutar de su infancia jugando, o del confort de un baño caliente. Gente que jamás podrá abrir los ojos acostado en la cama y sentirse feliz por tener tranquilidad y un hogar. Personas pobres de verdad. Y se entiende por pobreza, la falta de lo necesario para vivir, o sencillamente, para sobrevivir.
Siento una mezcla de impoténcia, rabia, lástima... Por saber que aunque es triste, esta es la realidad. Si. Personas que tienen tanto y aspiran a mucho más. Y otras que no tienen nada, ni tan siquiera sueños posibles de alcanzar. Solo vivir una rutina, dónde lo único que importa es sobrevivir.

Y nos planteamos que significa la felicidad. Y porsupuesto es algo relativo. Para esos seres humanos la felicidad consiste en encontrar algo de comida para poder subsistir el día a día, o poder llegar sanos a esa fuente que esta a kilometros, descalzos, sólo para poder beber un poco de agua. Y para nosotros, que significa esa sensación? Todavía nos siguen preguntando si somos felices, y en muchas ocasiones contestamos que no.
La felicidad no siempre depende de lo que pasa a nuestro alrededor, sino de lo que pasa dentro de nosotros. Sino quién entiende, que haya fotos, vídeos, documentales.. en los que salen niños extremadamente pobres, adolescentes trabajando, niños con armas, hombres y mujeres adultos intentando mantener viva a su família envueltos en la miseria, a veces enfermos, con partes de su cuerpo amputadas... Y aún así no pierden su sonrisa, y esa luz en los ojos. Cómo si nada de ese horror les hiciera sentir menos felices... Es desesperante.

Existe esta breve pero interesante historia sobre la felicidad... Yo hace unos años tuve oportunidad de leerla, y ahora quiero compartirla...

"En cierta ocasión se reunieron todos los dioses y decidieron crear al hombre y la mujer. Planearon hacerlo a su imagen y semejanza. Entonces uno de ellos dijo:
- Si los vamos a hacer a nuestra imagen y semejanza van a tener un cuerpo igual al nuestro, fuerza e inteligencia igual a la nuestra. Debemos pensar en algo que los diferencie de nosotros, sino estaríamos creando nuevos dioses.
- Debemos quitarles algo, pero... ¿qué les quitamos?
Después de mucho pensar uno de ellos dijo:
- Ya sé... vamos a quitarles la felicidad, pero el problema va a ser donde esconderla para que no la encuentren jamás.

Propuso el primero:
- Vamos a esconderla en la cima del monte más alto del mundo; a lo que inmediatamente repuso otro:
- No, recuerda que les dimos fuerza, algún día alguien subirá y la encontrará, y si la encuentra uno, ya todos sabrán donde está.
Luego propuso otro:
- Entonces vamos a esconderla en el fondo del mar, y otro contestó:
- No, recuerda que les dimos inteligencia, alguna vez alguien construirá una esquina por la que pueda entrar y bajar, y entonces la encontrará.
Uno más dijo:
- La esconderemos en un planeta lejano a la tierra.
Y le dijeron:
- No, recuerda que les dimos inteligencia, y un día alguien construirá una nave en la que pueda viajar a otros planetas y la descubrirá, y entonces todos tendrán felicidad y serán iguales a nosotros.


El último de ellos, era un dios que había permanecido en silencio escuchando atentamente cada una de las propuestas de los demás dioses, analizando en silencio cada una de ellas y entonces rompió el silencio y dijo:
- Creo saber donde ponerla para que realmente nunca la encuentren, todos voltearon asombrados y preguntaron al unísono:
- ¿En donde?
- La esconderemos dentro de ellos mismos. Estarán tan ocupados buscándola fuera, que nunca la encontrarán.
Todos estuvieron de acuerdo, y desde entonces ha sido así, el hombre se pasa la vida buscando la felicidad sin saber que la trae consigo..."


Lo dicho, la felicidad no tiene un precio que se pueda pagar. El único "precio" que tiene la felicidad consiste en saber buscarla dentro de uno mismo.

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