jueves, 18 de noviembre de 2010

APRENDIENDO A VIVIR SIN TI


Éste es mi primer articulo, y se que no hay mejor forma de empezar a escribir mi blog que hablando de ti. Han pasado casi seis años desde aquel día horrible, y aún ahora, se me revuelve el estómago cuando lo pienso.
Lo supe ese día y lo sigo sabiendo ahora, que jamás podré dejar ese recuerdo atrás.

Un 15 de noviembre del 2004, me levanté para ir al trabajo. Después de ducharme, arreglarme y desayunar, como cada mañana me despedí de ti acariciándote la carita, agachándome para ver lo agustito que estabas tirado en el sofá. Yo siempre hablaba contigo como si fueras una personita. Siempre te hablaba como si tu tuvieras que contestarme, que gracia.
Me fuí sin saber que aquella sería la última mañana que te vería allí. Descansando. Esperándome para compartir conmigo esos dos minutos antes de irme a trabajar.

Él llego a mi vida en 1993. Fue un regalo de mis padres, el mejor regalo que jamás he tenido.
Esta carta y muchas otras fueron como una vía de escape a tanto dolor, rabia e impotencia.
Porque cuando te quitan un pedacito de ti, es difícil volver a ser el mismo.
Sempre t'estimaré.

                                                                                                                 08 diciembre de 2004

Daría todo lo que tengo para tenerte aquí conmigo. No imaginas lo mucho que te echamos de menos. Te recuerdo demasiado y a cada momento, porque todo lo que puedo hacer durante un día, lo relaciono contigo, siempre estas ahí.
He llorado mucho.
La vida me dio una gran patada ese 15 de noviembre cuando me dejo sin ti. Yo siempre intentaba protegerte. No soportaba la idea de pensar que algún día podía pasarte algo malo. Sabía que algún día tendría que enfrentarme a ello, porque eso es ley de vida, pero jamás te hubiera atribuido una muerte así.
Quería creer que jamás podrías irte. Pero sobretodo quería que cuando el momento de irte llegara, lo hicieras sin sufrir.
Ha sido todo tan distinto a lo que yo hubiese querido... Estoy destrozada.
Pienso en ti cada día, y se que eso no me ayudará a cicatrizar las heridas, pero es que la posibilidad de dejar de recordarte me aterra. No quiero olvidarte.
Ahora llega Navidad, y será muy duro no verte rodeando el árbol rebuscando entre los regalos. Será muy duro no poder comprarte tu regalo como cada año.

La semana pasada te compre dos rosas preciosas. Fui a verte y las dejé allí, encima del nidito donde descansas. Llegué sola y me senté al suelo, y las lágrimas no dejaban de caer. Pensaba y pensaba, en que tu estabas allí, debajo de mí, que tan sólo un poco de tierra nos separaba.
Los primeros días ni descansaba. Cuando llegaba la noche era lo peor. Ya dentro de mi cama se me hacía imposible dormir, sólo lloraba y lloraba pensando en que estabas solo en esas noches frías y oscuras, me partía el corazón. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario